Noviembre 14, 2011: En los años '70, los biólogos se sorprendieron al descubrir una forma de vida que nunca esperaron que existiera. Pequeños microorganismos con un antiguo ADN vivían en los manantiales hirvientes del Parque Nacional Yellowstone. En vez de disolverse en aquellas aguas en ebullición, los microbios se desarrollaban con éxito, iluminando los manantiales con un color brillante.
Los científicos inventaron entonces el término "extremófilo", que significa "amante de las condiciones extremas", para describir a estas criaturas —y entonces comenzó la búsqueda de otras más. Pronto, se encontraron más organismos extremófilos viviendo a gran profundidad en el hielo de la Antártida, en los núcleos de los reactores nucleares y en otros lugares inesperados. La biología no ha sido la misma desde entonces.
¿Podría la astronomía estar a punto de experimentar una transformación similar?
Usando un telescopio de la NASA, llamado GALEX, los investigadores han descubierto un nuevo tipo de extremófilo: las estrellas amantes de las condiciones extremas.
"Hemos estado encontrando estrellas que viven en ambientes galácticos extremos, donde la formación estelar no se supone que suceda", explica Susan Neff, quien es científica del proyecto GALEX en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés). "Esta es una situación absolutamente sorprendente".
GALEX, que es la sigla en idioma inglés de "Galaxy Evolution Explorer" ("Explorador de la Evolución Galáctica", en idioma español), es un telescopio espacial destinado a realizar observaciones en la zona ultravioleta del espectro, y tiene una habilidad especial: es super sensible al tipo de rayos UV (ultravioleta) que emiten las estrellas más jóvenes. Esto significa que el observatorio puede detectar estrellas que están naciendo a muy grandes distancias de la Tierra, a más de la mitad de la distancia que existe desde aquí hasta el extremo del universo. El observatorio fue lanzado al espacio en 2003 en una misión para estudiar cómo las galaxias cambian y evolucionan conforme nuevas estrellas se unen en su interior.
GALEX ha cumplido con dicha misión y ha hecho más también.
"En algunas imágenes proporcionadas por el telescopio GALEX, vemos estrellas que están formándose afuera de las galaxias, en lugares donde pensábamos que la densidad del gas sería demasiado baja como para permitir que se produzca el nacimiento de estrellas", dice Don Neil, de Caltech, quien es miembro del equipo GALEX.
Las estrellas nacen cuando las nubes de gas interestelar colapsan y se contraen bajo el tirón de su propia gravedad. Si una nube logra volverse lo suficientemente densa y caliente conforme colapsa, puede darse una fusión nuclear y ¡voilà!, una estrella ha nacido.
Los brazos espirales de la Vía Láctea son la zona denominada "Ricitos de Oro" para este proceso. "Aquí en la Vía Láctea, tenemos suficiente gas. Es un lugar cómodo para que se formen las estrellas", dice Neil.
Pero cuando el GALEX mira hacia otras galaxias espirales más lejanas, ve que se forman estrellas muy afuera del disco espiral gaseoso.
"Quedé anonadado", dijo. "Estas estrellas de verdad están 'viviendo al extremo'".
Las galaxias espirales no son los únicos lugares con extremófilos estelares. El observatorio también ha encontrado estrellas que nacen en:
—galaxias elípticas e irregulares, de las cuales se pensaba que eran pobres en gas (por ejemplo 1, y 2),
—los residuos gaseosos de galaxias en colisión (1, y 2),
—vastas colas "de tipo cometario" que dejan atrás algunas galaxias al moverse a grandes velocidades (1, 2),
—nubes de frío gas primordial, las cuales son pequeñas y apenas lo suficientemente masivas como para sostenerse a sí mismas.
Adiós a la idea de la zona llamada "Ricitos de Oro". De acuerdo con las observaciones llevadas a cabo por el telescopio GALEX, los extremófilos estelares pueblan casi cualquier esquina o rincón del cosmos en donde haya una bocanada de gas que pueda juntarse para dar lugar a un nuevo sol.
"Esto podría estar diciéndonos que hay algo profundamente importante en el proceso de formación de las estrellas", relata Neff. "Podría haber maneras de que se formen estrellas en ambientes extremos que ni siquiera hemos imaginado todavía".
¿Transformarán los extremófilos a la astronomía, tal como lo hicieron con la biología? Es demasiado pronto para saberlo, insisten los investigadores. Pero el telescopio GALEX definitivamente les ha dado algo en qué pensar.
Los científicos inventaron entonces el término "extremófilo", que significa "amante de las condiciones extremas", para describir a estas criaturas —y entonces comenzó la búsqueda de otras más. Pronto, se encontraron más organismos extremófilos viviendo a gran profundidad en el hielo de la Antártida, en los núcleos de los reactores nucleares y en otros lugares inesperados. La biología no ha sido la misma desde entonces.
¿Podría la astronomía estar a punto de experimentar una transformación similar?
Usando un telescopio de la NASA, llamado GALEX, los investigadores han descubierto un nuevo tipo de extremófilo: las estrellas amantes de las condiciones extremas.
"Hemos estado encontrando estrellas que viven en ambientes galácticos extremos, donde la formación estelar no se supone que suceda", explica Susan Neff, quien es científica del proyecto GALEX en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés). "Esta es una situación absolutamente sorprendente".
Esta imagen compuesta (radio + UV) muestra largos brazos, como los de un pulpo, donde se produce la formación de estrellas a gran distancia del disco principal de la galaxia espiral M83. [Más información] [Video].
GALEX ha cumplido con dicha misión y ha hecho más también.
"En algunas imágenes proporcionadas por el telescopio GALEX, vemos estrellas que están formándose afuera de las galaxias, en lugares donde pensábamos que la densidad del gas sería demasiado baja como para permitir que se produzca el nacimiento de estrellas", dice Don Neil, de Caltech, quien es miembro del equipo GALEX.
Las estrellas nacen cuando las nubes de gas interestelar colapsan y se contraen bajo el tirón de su propia gravedad. Si una nube logra volverse lo suficientemente densa y caliente conforme colapsa, puede darse una fusión nuclear y ¡voilà!, una estrella ha nacido.
Los brazos espirales de la Vía Láctea son la zona denominada "Ricitos de Oro" para este proceso. "Aquí en la Vía Láctea, tenemos suficiente gas. Es un lugar cómodo para que se formen las estrellas", dice Neil.
Pero cuando el GALEX mira hacia otras galaxias espirales más lejanas, ve que se forman estrellas muy afuera del disco espiral gaseoso.
"Quedé anonadado", dijo. "Estas estrellas de verdad están 'viviendo al extremo'".
Las galaxias espirales no son los únicos lugares con extremófilos estelares. El observatorio también ha encontrado estrellas que nacen en:
—galaxias elípticas e irregulares, de las cuales se pensaba que eran pobres en gas (por ejemplo 1, y 2),
—los residuos gaseosos de galaxias en colisión (1, y 2),
—vastas colas "de tipo cometario" que dejan atrás algunas galaxias al moverse a grandes velocidades (1, 2),
—nubes de frío gas primordial, las cuales son pequeñas y apenas lo suficientemente masivas como para sostenerse a sí mismas.
Adiós a la idea de la zona llamada "Ricitos de Oro". De acuerdo con las observaciones llevadas a cabo por el telescopio GALEX, los extremófilos estelares pueblan casi cualquier esquina o rincón del cosmos en donde haya una bocanada de gas que pueda juntarse para dar lugar a un nuevo sol.
"Esto podría estar diciéndonos que hay algo profundamente importante en el proceso de formación de las estrellas", relata Neff. "Podría haber maneras de que se formen estrellas en ambientes extremos que ni siquiera hemos imaginado todavía".
¿Transformarán los extremófilos a la astronomía, tal como lo hicieron con la biología? Es demasiado pronto para saberlo, insisten los investigadores. Pero el telescopio GALEX definitivamente les ha dado algo en qué pensar.
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