Científicos identifican las últimas señales provenientes de una estrella mientras es devorada por un pozo cósmico masivo
El satélite Swift de la NASA identificó
el pasado año una potentísima explosión ocurrida en el corazón de una
lejana galaxia, en la constelación del Dragón, a 3.800 millones de años
luz. Se trataba de un agujero negro masivo que había devorado una incauta estrella cercana.
El agujero disparó un rayo de energía tan poderoso que pudo ser
observado desde la Tierra durante largo tiempo. Ahora, los
investigadores han identificado una distintiva señal de rayos X
detectada en los días siguientes a la explosión que proviene de la
materia a punto de caer en el pozo cósmico. Los científicos dicen que
esta señal puede ser interpretada como los últimos «gritos» o «estertores» de la estrella mientras era descuartizada.
Esta señal reveladora, conocida como oscilación cuasi-periódica,
es un rasgo característico de los discos de acreción que a menudo
rodean a los objetos más compactos del universo, estrellas enanas
blancas, estrellas de neutrones y agujeros negros. Se cree que puede
emanar de materiales a punto de ser absorbidos. La señal ya había sido
observada en agujeros negros de masa estelar, y ahora existen evidencias
de que también se encuentran en los poderosos agujeros negros que
pueden tener masas entre 100 y 100.000 veces la del Sol. Un caso como
este solo se había observado con anterioridad una vez, en la galaxia
Seyfert, a 575 millones de años luz.
«Este
descubrimiento amplía nuestro alcance en el borde interior de un
agujero negro situado a miles de millones de años luz de distancia, lo
que es realmente asombroso. Nos da la oportunidad de explorar la
naturaleza de los agujeros negros y poner a prueba la relatividad de
Einstein en un tiempo en el que el Universo era muy diferente a lo que
es hoy», explica Rubens Reis, investigador de la Universidad de Michigan
y coautor de un artículo que aparece este jueves en la revista Science.
La
fuente de rayos X conocida como J1644 Swift 57 fue descubierta el 28 de
marzo de 2011 por el satélite Swift de la NASA. Pronto, los científicos
pronto se dieron cuenta de no se parecía a nada que hubieran visto
antes. Era la consecuencia de un acontecimiento verdaderamente
extraordinario, el despertar de un agujero negro dormido
en una galaxia distante que trituraba y se tragaba una estrella que
pasaba cerca. La luz tuvo que viajar 3.900 millones de años antes de
llegar a la Tierra.
Cada 200 segundos
La
estrella experimentó intensas mareas, ya que alcanzó su punto más
cercano al agujero negro y se rompió rápidamente. Parte de su gas cayó
hacia el agujero y formó un disco alrededor de él. La parte más interna
de este disco se calentó rápidamente a temperaturas de millones de
grados, lo suficientemente caliente como para emitir rayos-X. Al mismo
tiempo, a través de procesos aún no totalmente comprendido, un chorro luminoso fue lanzado directamente hacia la Tierra, por lo que pudo ser detectado.
Los investigadores identificaron en el disco de acreción, muy cerca del chorro de rayos-X, la señal oscilante que anuncia los últimos estertores de la estrella,
que se producía una vez cada 200 segundos y desaparecía de vez en
cuento. «Es como escuchar su grito a medida que es devorada», dice Jon
Miller, profesor de astronomía en la Universidad de Michigan. Los
investigadores comparan la señal a un sonido, ya que se repite a una
frecuencia característica que sonaría, dicen, como un Re sostenido muy grave.