El creciente mercado de tabletas ha hecho plantearse a más de un usuario si, a la hora de renovar su ordenador portátil, quizás no debería pensarse la posibilidad de saltar a la atractiva tecnología de las pantallas personales. No es para menos: los
tablets ofrecen un nivel de portabilidad, facilidad en el uso y, en
muchos casos, autonomía que en ocasiones son imbatibles para un portátil
o netbook.
No obstante, en ocasiones es difícil plantearse qué dispositivo elegir entre el bosque de opciones que encontramos en el mercado. Veamos qué criterios hay que seguir para seleccionar la tableta que más se adecúe a nuestras necesidades.
Tamaño de pantalla
Que sí. Que el tamaño importa. Porque no es lo mismo manejar un panel de siete pulgadas que otro de que esté sensiblemente por encima de las diez pulgadas; ni que consultemos contenidos en un formato apaisado a hacerlo en otro más tendente al clásico 4:3. Ante esto, ¿qué tipo de pantalla es mejor? Es difícil de precisar. De hecho, imposible.
Cada usuario se sentirá más cómodo con una opción. Si queremos disfrutar de una resolución inaudita, podremos elegir el nuevo iPad, que en 9,7 pulgadas distribuye un total de 2.048 x 1.536 píxeles —la definición más potente del mercado—. Si por el contrario, preferimos una superficie amplia, las 10,1 pulgadas de algunos modelos de Samsung —como los Samsung Galaxy Tab 10,1 ó Samsung Galaxy Note 10,1— serán nuestra mejor opción. Hay otras posibilidades en este formato, apostando por formatos panorámicos, como la Liberty Tab de Packard Bell.
Otra posibilidad es apostar por formatos más pequeños. Las siete pulgadas son la estrella en ese sentido. Es un tamaño que quedó inaugurado por Samsung con su primer Galaxy Tab, y que hoy día está disponible en modelos como el Samsung Galaxy Tab 2. De hecho, la firma surcoreana es la que dispone de una horquilla más completa de propuestas en este sentido, dado que también tiene en su catálogo un modelo con panel de 7,7 pulgadas y otro de 8,9 pulgadas. Pese a todo, y continuando con las propuestas en siete pulgadas, está al caer en nuestro país un dispositivo fabricado por la taiwanesa Asus para Google, el Nexus 7, un terminal que, como veremos a continuación, presenta otros argumentos que lo hacen muy atractivo —como el precio y el sistema operativo—.
Sistema operativo
Fundamental. No es lo mismo tener un terminal basado en iOS —la plataforma de Apple—, Android —el florete de Google— o Windows —en sus versiones venideras que Microsoft mostrará comercialmente a partir de otoño—. De nuevo, es arriesgado establecer juicios de valor al respecto. Lo que sí que podemos hacer es poner datos sobre la mesa. iOS 5.1 —tras el verano llegará iOS 6— es el sistema con más aplicaciones dedicadas para la tableta de Apple: más de 250.000 programas y juegos, y más de 650.000 apps en total, contanto con las de iPhone y iPod Touch —que se interpolan para mostrarse a pantalla completa—.
En el caso de Android la decisión no sólo será subirse al carro del robot verde. Además, tocará examinar todo el abanico de tabletas disponibles —desde las más económicas, con precios que ronden los 100 euros, hasta las más avanzadas, que superen los 500 euros—, las cuales contarán con distintas versiones de la plataforma. Las más asequibles tendrán versiones anticuadas —Android 2.2 FroYo—, mientras que las más avanzadas apostarán por ediciones dedicadas para tablets.
En este sentido, nos encontraremos, de nuevo, con la decisión de elegir entre Android 3.0 Honeycomb, Android 4.0 Ice Cream Sandwich y Android 4.1 Jelly Bean. Por el momento, esta última opción sólo la encontramos en el Nexus 7 —y en el Motorola Xoom, mediante actualización—. Lo más recomendable es hacerse con un dispositivo con Ice Cream Sandwich: así nos aseguramos un mayor margen de compatibilidad en las aplicaciones que descarguemos y contar con la opción de que podamos actualizarnos a versiones venideras.
Diseño
Para muchos, el diseño del tablet no será determinante a la hora de decidirse por uno u otro equipo. Pero se trata de un apartado muy interesante, habida cuenta de las propuestas que pueblan el mercado. La gran mayoría de terminales disponibles serán prácticamente idénticos en este sentido —más allá de dimensiones y proporciones en su construcción—, aunque algunos dispositivos destacan precisamente por argumentar en términos de aspecto. Tres son los terminales que, en esta línea, podríamos traer a colación. Por un lado, los Sony Tablet S y Sony Tablet P.
El primero parte de un precio de 400 euros, y dispone de una trasera que describe una pequeña cuña que resultará muy útil para escribir sobre su pantalla táctil cuando lo posemos sobre una superficie horizontal. El segundo, que se puede conseguir desde 500 euros, es más original. Es una tableta con dos pantallas paralelas, al estilo de la Nintendo DS, y un diseño plegable, de modo que cuando se cierra compacta sus dimensiones asemejándose a un pequeño estuche.
Por otro lado, es interesante plantearse la compra del Toshiba AT200, que apuesta por un grosor sorprendente, de sólo 7,7 milímetros, como principal valor definitorio. Además, tiene unas prestaciones muy interesantes, capaces de competir con otros dispositivos Android y un precio bastante razonable de unos 500 euros.
¿Wi-Fi o 3G?
Aquí la cosa se complica. La regla es clara en todos los modelos y marcas: las ediciones con conectividad 3G —es decir, para acceder a datos móviles de alta velocidad— requerirán de un desembolso adicional a los que sólo dispongan de acceso a Internet a través de Wi-Fi. De modo que tendrás que plantearse si realmente te merece la pena pagar unos cien euros más —esa es generalmente la diferencia entre los modelos con y sin 3G—, además de comprometerte a una suscripción de datos con la operadora que prefieras.
En este sentido, piensa dónde usarás el tablet principalmente. Si lo tendrás casi todo el tiempo en casa o en la oficina, es más que posible que el modelo Wi-Fi de tu tableta favorita sea más que suficiente. Recuerda que muchos de los smartphones que pueblan el mercado disponen de opciones Hotspot, con lo que podrías compartir la conexión del móvil para conectarse en la calle a través del sensor Wi-Fi de la tableta. Si por contra, le darías un uso intensivo fuera de la influencia de redes domésticas o profesionales inalámbricas, te saldría más a cuenta invertir en la versión 3G del terminal que elijas.
Conexiones locales
El debate del USB ha marcado al mercado de las tabletas desde sus inicios. Cuando se presentó el primer iPad, allá por 2010, las críticas se cebaron con el dispositivo por carecer del conector estándar que hace las delicias de los usuarios en ordenadores y portátiles. No obstante, ¿es tan importante la presencia de tomas USB o microUSB?
Hay terminales, como los modelos de Samsung, que también han apostado por conexiones propietarias que, a menos que usemos adaptadores, no pueden vincularse con otros dispositivos mediante USB. Dado que las tabletas están pensadas para consultar información online —y no tanto para introducirla o extraerla—, no tiene mucho sentido valorar como primordial la presencia de puertos USB o microUSB. No obstante, sí que tiene su importancia.
Para empezar, el USB es, como decimos, un estándar que en muchos casos ofrecerá funciones de tráfico de datos —para poder sincronizar información con un ordenador, reproducir contenidos de un equipo externo o pincharle un módem portátil—, así como de recarga de su batería. Y dada su condición de estándar, los mismos cables que usamos con otros dispositivos nos valdrían para la tableta. De otro modo, es fundamental hacerse con los cables o adaptadores propietarios que nos vendan los fabricantes del tablet.
Otro asunto es la paleta de conexiones que ofrece más allá del USB y el dock propietario. Recuerda que si quieres usar la tableta como plataforma multimedia —conectándola a la tele del salón, por ejemplo, para reproducir películas o vídeos alojados en Internet—, te interesa comprobar el dispositivo dispone de opciones físicas de salida de alta definición —a través de HDMI o MHL—, o inalámbricas —por DLNA, en el caso de los terminales Android, o Airplay, para los iPad—. La presencia de GPS y Bluetooth también enriquecerá la experiencia de uso del dispositivo.
Multimedia
Dos son los puntos fundamentales a la hora de valorar una tableta en criterios de reproducción multimedia: los formatos compatibles y los medios de almacenaje. Respecto a lo primero, los terminales Android son más ricos y completos. La gran mayoría de terminales del mercado reproducirán prácticamente todo lo que queramos: desde los habituales MP4 o WMV hasta los más avanzados DivX y MKV de alta definición. Hablamos de vídeo, claro, porque en cuestiones de audio no habría que preocuparse por nada: prácticamente no nos toparemos con problemas para escuchar cualquier tipo de archivo de sonido. Igualmente, en el caso de las tabletas Android, contaremos con muchas facilidades para introducir contenidos en la memoria del dispositivo. Podríamos usar aplicaciones asistentes —como Samsung Kies, el caso de los terminales de la firma coreana— o hacer que el ordenador detectara el equipo como una unidad de almacenaje externa.
No son, sin embargo, facilidades que dispongamos en iOS. A menos que recurramos a trucos o desbloqueos —mediante Jailbreak—, todo lo que metamos en el iPad deberá pasar, forzosamente, por iTunes. Esto no sólo nos condiciona a la hora de de elegir y ordenar libremente la canalización de los contenidos. Además, nos va a determinar los archivos compatibles. Mediante conversores y aplicaciones de terceros podríamos transformar archivos no contemplados entre los formatos compatibles en contenidos permitidos, lo cual, visto así, puede llegar a ser un engorro.
Cámaras
Hay quien cree que no tiene demasiado sentido ponerle cámaras a una tableta. Por sus características, puede llegar a ser bastante ridículo sostener este tipo de dispositivos para hacer fotos. Al menos con su cámara principal. No obstante, puestos a concentrar funciones en el equipo, más vale que sobren a que falten. La mayoría de los terminales de la categoría Android apostarán por un combo dual de cámaras, donde el sensor principal tendría entre tres y cinco megapíxeles, mientras que la unidad secundaria —ubicada en el frontal de la tableta— bascularía entre la resolución VGA y una calidad de dos megapíxeles. El iPad, en este sentido, lleva una combinación de cinco megapíxeles en la principal y sensor VGA en la secundaria.
No obstante, también podríamos encontrarnos con dispositivos que prescindan de una de las dos unidades —la trasera, especialmente—. Tal es el caso, por ejemplo, del Nexus 7 de Asus y Google.
Memoria
¿Es importante justificar la elección de un modelo por la memoria que integre? A veces sí. No obstante, lo que puede llegar a condicionar la compra de uno u otro dispositivo a veces no será tanto la memoria que cargue de serie como la posibilidad de expandir la capacidad interna con unidades externas. El iPad, por ejemplo, no nos dará esta opción. Tendremos que conformarnos con las opciones de 16, 32 ó 64 GB, sin opción alguna de tener más capacidad —más allá de las soluciones en la nube, cosa que está al alcance de cualquier otro terminal—. En el caso de no pocos modelos con Android esta posibilidad está al alcance de varios modelos. Los Iconia de Acer, por ejemplo, nos permiten instalar tarjetas microSD de hasta 32 GB adicionales; el Sony Tablet S también admite expansiones de memoria —de hecho, en este caso, la memoria está supeditada a la tarjeta que le pongamos—.
Procesador
De nuevo, se abre la horquilla de posibilidades. Es probable que la mayoría de usuarios no le preste especial atención a este apartado, aunque la elección de uno u otro modelo por su precio estará muy condicionada por la potencia que desarrolle a cuenta de su procesador. En este sentido, en la gran mayoría de los casos nos toparemos con unidades de uno o dos núcleos, y en los menos, de cuatro núcleos.
Para muestra, el nuevo iPad, presentado en 2012, lleva una unidad dual-core, sensiblemente más rápida que la del iPad 2. Pero ya no son pocos los modelos del grupo Android que se han decidido por los cuatro núcleos. En breve, veremos en las tiendas el Samsung Galaxy Note 10,1, uno de los estandartes de la firma coreana en este grupo. La china Huawei también se subirá al tren del quad-core, e incluso Asus tiene en mente un modelo de su Transformer de esta familia.
Autonomía
El netbook le tiene miedo al tablet. Incluso algunos portátiles se echan a temblar ante las pantallas personales. No es por potencia, sino por autonomía. Si pensamos en las tabletas como plataformas de ocio digital y ventanas a la consulta de datos en la red, la versatilidad que aporta uno de estos terminales llega a sonrojar a los ordenadores portátiles. Y desde luego, la autonomía no ayuda a éstos elevar la cabeza sobre los tablets. En algunos casos, y midiendo condiciones de uso muy concretas —como usarlo únicamente en navegación web sobre Wi-Fi—, podríamos soportar una duración constante de hasta diez horas según índices oficiales. Tal es el caso de los iPad.
El Samsung Galaxy Tab 10,1 dice soportar entre nueve y 72 horas, en función de si reproducimos de forma contínua vídeo o música, respectivamente. El potente Asus Eee Pad Transformer, por su parte, nos puede aguantar entre 9,5 y catorce horas, en función de su usamos o no la base dock que añader un teclado físico al conjunto. Así, advierte cuánto es capaz de soportar la autonomía de los dispositivos que tengas en mente entre las elecciones posibles para hacerte con una tableta, ya que a la larga puede suponer una importante diferencia en función del modelo que finalmente selecciones.
No obstante, en ocasiones es difícil plantearse qué dispositivo elegir entre el bosque de opciones que encontramos en el mercado. Veamos qué criterios hay que seguir para seleccionar la tableta que más se adecúe a nuestras necesidades.
Tamaño de pantalla
Que sí. Que el tamaño importa. Porque no es lo mismo manejar un panel de siete pulgadas que otro de que esté sensiblemente por encima de las diez pulgadas; ni que consultemos contenidos en un formato apaisado a hacerlo en otro más tendente al clásico 4:3. Ante esto, ¿qué tipo de pantalla es mejor? Es difícil de precisar. De hecho, imposible.
Cada usuario se sentirá más cómodo con una opción. Si queremos disfrutar de una resolución inaudita, podremos elegir el nuevo iPad, que en 9,7 pulgadas distribuye un total de 2.048 x 1.536 píxeles —la definición más potente del mercado—. Si por el contrario, preferimos una superficie amplia, las 10,1 pulgadas de algunos modelos de Samsung —como los Samsung Galaxy Tab 10,1 ó Samsung Galaxy Note 10,1— serán nuestra mejor opción. Hay otras posibilidades en este formato, apostando por formatos panorámicos, como la Liberty Tab de Packard Bell.
Otra posibilidad es apostar por formatos más pequeños. Las siete pulgadas son la estrella en ese sentido. Es un tamaño que quedó inaugurado por Samsung con su primer Galaxy Tab, y que hoy día está disponible en modelos como el Samsung Galaxy Tab 2. De hecho, la firma surcoreana es la que dispone de una horquilla más completa de propuestas en este sentido, dado que también tiene en su catálogo un modelo con panel de 7,7 pulgadas y otro de 8,9 pulgadas. Pese a todo, y continuando con las propuestas en siete pulgadas, está al caer en nuestro país un dispositivo fabricado por la taiwanesa Asus para Google, el Nexus 7, un terminal que, como veremos a continuación, presenta otros argumentos que lo hacen muy atractivo —como el precio y el sistema operativo—.
Sistema operativo
Fundamental. No es lo mismo tener un terminal basado en iOS —la plataforma de Apple—, Android —el florete de Google— o Windows —en sus versiones venideras que Microsoft mostrará comercialmente a partir de otoño—. De nuevo, es arriesgado establecer juicios de valor al respecto. Lo que sí que podemos hacer es poner datos sobre la mesa. iOS 5.1 —tras el verano llegará iOS 6— es el sistema con más aplicaciones dedicadas para la tableta de Apple: más de 250.000 programas y juegos, y más de 650.000 apps en total, contanto con las de iPhone y iPod Touch —que se interpolan para mostrarse a pantalla completa—.
En el caso de Android la decisión no sólo será subirse al carro del robot verde. Además, tocará examinar todo el abanico de tabletas disponibles —desde las más económicas, con precios que ronden los 100 euros, hasta las más avanzadas, que superen los 500 euros—, las cuales contarán con distintas versiones de la plataforma. Las más asequibles tendrán versiones anticuadas —Android 2.2 FroYo—, mientras que las más avanzadas apostarán por ediciones dedicadas para tablets.
En este sentido, nos encontraremos, de nuevo, con la decisión de elegir entre Android 3.0 Honeycomb, Android 4.0 Ice Cream Sandwich y Android 4.1 Jelly Bean. Por el momento, esta última opción sólo la encontramos en el Nexus 7 —y en el Motorola Xoom, mediante actualización—. Lo más recomendable es hacerse con un dispositivo con Ice Cream Sandwich: así nos aseguramos un mayor margen de compatibilidad en las aplicaciones que descarguemos y contar con la opción de que podamos actualizarnos a versiones venideras.
Diseño
Para muchos, el diseño del tablet no será determinante a la hora de decidirse por uno u otro equipo. Pero se trata de un apartado muy interesante, habida cuenta de las propuestas que pueblan el mercado. La gran mayoría de terminales disponibles serán prácticamente idénticos en este sentido —más allá de dimensiones y proporciones en su construcción—, aunque algunos dispositivos destacan precisamente por argumentar en términos de aspecto. Tres son los terminales que, en esta línea, podríamos traer a colación. Por un lado, los Sony Tablet S y Sony Tablet P.
El primero parte de un precio de 400 euros, y dispone de una trasera que describe una pequeña cuña que resultará muy útil para escribir sobre su pantalla táctil cuando lo posemos sobre una superficie horizontal. El segundo, que se puede conseguir desde 500 euros, es más original. Es una tableta con dos pantallas paralelas, al estilo de la Nintendo DS, y un diseño plegable, de modo que cuando se cierra compacta sus dimensiones asemejándose a un pequeño estuche.
Por otro lado, es interesante plantearse la compra del Toshiba AT200, que apuesta por un grosor sorprendente, de sólo 7,7 milímetros, como principal valor definitorio. Además, tiene unas prestaciones muy interesantes, capaces de competir con otros dispositivos Android y un precio bastante razonable de unos 500 euros.
¿Wi-Fi o 3G?
Aquí la cosa se complica. La regla es clara en todos los modelos y marcas: las ediciones con conectividad 3G —es decir, para acceder a datos móviles de alta velocidad— requerirán de un desembolso adicional a los que sólo dispongan de acceso a Internet a través de Wi-Fi. De modo que tendrás que plantearse si realmente te merece la pena pagar unos cien euros más —esa es generalmente la diferencia entre los modelos con y sin 3G—, además de comprometerte a una suscripción de datos con la operadora que prefieras.
En este sentido, piensa dónde usarás el tablet principalmente. Si lo tendrás casi todo el tiempo en casa o en la oficina, es más que posible que el modelo Wi-Fi de tu tableta favorita sea más que suficiente. Recuerda que muchos de los smartphones que pueblan el mercado disponen de opciones Hotspot, con lo que podrías compartir la conexión del móvil para conectarse en la calle a través del sensor Wi-Fi de la tableta. Si por contra, le darías un uso intensivo fuera de la influencia de redes domésticas o profesionales inalámbricas, te saldría más a cuenta invertir en la versión 3G del terminal que elijas.
Conexiones locales
El debate del USB ha marcado al mercado de las tabletas desde sus inicios. Cuando se presentó el primer iPad, allá por 2010, las críticas se cebaron con el dispositivo por carecer del conector estándar que hace las delicias de los usuarios en ordenadores y portátiles. No obstante, ¿es tan importante la presencia de tomas USB o microUSB?
Hay terminales, como los modelos de Samsung, que también han apostado por conexiones propietarias que, a menos que usemos adaptadores, no pueden vincularse con otros dispositivos mediante USB. Dado que las tabletas están pensadas para consultar información online —y no tanto para introducirla o extraerla—, no tiene mucho sentido valorar como primordial la presencia de puertos USB o microUSB. No obstante, sí que tiene su importancia.
Para empezar, el USB es, como decimos, un estándar que en muchos casos ofrecerá funciones de tráfico de datos —para poder sincronizar información con un ordenador, reproducir contenidos de un equipo externo o pincharle un módem portátil—, así como de recarga de su batería. Y dada su condición de estándar, los mismos cables que usamos con otros dispositivos nos valdrían para la tableta. De otro modo, es fundamental hacerse con los cables o adaptadores propietarios que nos vendan los fabricantes del tablet.
Otro asunto es la paleta de conexiones que ofrece más allá del USB y el dock propietario. Recuerda que si quieres usar la tableta como plataforma multimedia —conectándola a la tele del salón, por ejemplo, para reproducir películas o vídeos alojados en Internet—, te interesa comprobar el dispositivo dispone de opciones físicas de salida de alta definición —a través de HDMI o MHL—, o inalámbricas —por DLNA, en el caso de los terminales Android, o Airplay, para los iPad—. La presencia de GPS y Bluetooth también enriquecerá la experiencia de uso del dispositivo.
Multimedia
Dos son los puntos fundamentales a la hora de valorar una tableta en criterios de reproducción multimedia: los formatos compatibles y los medios de almacenaje. Respecto a lo primero, los terminales Android son más ricos y completos. La gran mayoría de terminales del mercado reproducirán prácticamente todo lo que queramos: desde los habituales MP4 o WMV hasta los más avanzados DivX y MKV de alta definición. Hablamos de vídeo, claro, porque en cuestiones de audio no habría que preocuparse por nada: prácticamente no nos toparemos con problemas para escuchar cualquier tipo de archivo de sonido. Igualmente, en el caso de las tabletas Android, contaremos con muchas facilidades para introducir contenidos en la memoria del dispositivo. Podríamos usar aplicaciones asistentes —como Samsung Kies, el caso de los terminales de la firma coreana— o hacer que el ordenador detectara el equipo como una unidad de almacenaje externa.
No son, sin embargo, facilidades que dispongamos en iOS. A menos que recurramos a trucos o desbloqueos —mediante Jailbreak—, todo lo que metamos en el iPad deberá pasar, forzosamente, por iTunes. Esto no sólo nos condiciona a la hora de de elegir y ordenar libremente la canalización de los contenidos. Además, nos va a determinar los archivos compatibles. Mediante conversores y aplicaciones de terceros podríamos transformar archivos no contemplados entre los formatos compatibles en contenidos permitidos, lo cual, visto así, puede llegar a ser un engorro.
Cámaras
Hay quien cree que no tiene demasiado sentido ponerle cámaras a una tableta. Por sus características, puede llegar a ser bastante ridículo sostener este tipo de dispositivos para hacer fotos. Al menos con su cámara principal. No obstante, puestos a concentrar funciones en el equipo, más vale que sobren a que falten. La mayoría de los terminales de la categoría Android apostarán por un combo dual de cámaras, donde el sensor principal tendría entre tres y cinco megapíxeles, mientras que la unidad secundaria —ubicada en el frontal de la tableta— bascularía entre la resolución VGA y una calidad de dos megapíxeles. El iPad, en este sentido, lleva una combinación de cinco megapíxeles en la principal y sensor VGA en la secundaria.
No obstante, también podríamos encontrarnos con dispositivos que prescindan de una de las dos unidades —la trasera, especialmente—. Tal es el caso, por ejemplo, del Nexus 7 de Asus y Google.
Memoria
¿Es importante justificar la elección de un modelo por la memoria que integre? A veces sí. No obstante, lo que puede llegar a condicionar la compra de uno u otro dispositivo a veces no será tanto la memoria que cargue de serie como la posibilidad de expandir la capacidad interna con unidades externas. El iPad, por ejemplo, no nos dará esta opción. Tendremos que conformarnos con las opciones de 16, 32 ó 64 GB, sin opción alguna de tener más capacidad —más allá de las soluciones en la nube, cosa que está al alcance de cualquier otro terminal—. En el caso de no pocos modelos con Android esta posibilidad está al alcance de varios modelos. Los Iconia de Acer, por ejemplo, nos permiten instalar tarjetas microSD de hasta 32 GB adicionales; el Sony Tablet S también admite expansiones de memoria —de hecho, en este caso, la memoria está supeditada a la tarjeta que le pongamos—.
Procesador
De nuevo, se abre la horquilla de posibilidades. Es probable que la mayoría de usuarios no le preste especial atención a este apartado, aunque la elección de uno u otro modelo por su precio estará muy condicionada por la potencia que desarrolle a cuenta de su procesador. En este sentido, en la gran mayoría de los casos nos toparemos con unidades de uno o dos núcleos, y en los menos, de cuatro núcleos.
Para muestra, el nuevo iPad, presentado en 2012, lleva una unidad dual-core, sensiblemente más rápida que la del iPad 2. Pero ya no son pocos los modelos del grupo Android que se han decidido por los cuatro núcleos. En breve, veremos en las tiendas el Samsung Galaxy Note 10,1, uno de los estandartes de la firma coreana en este grupo. La china Huawei también se subirá al tren del quad-core, e incluso Asus tiene en mente un modelo de su Transformer de esta familia.
Autonomía
El netbook le tiene miedo al tablet. Incluso algunos portátiles se echan a temblar ante las pantallas personales. No es por potencia, sino por autonomía. Si pensamos en las tabletas como plataformas de ocio digital y ventanas a la consulta de datos en la red, la versatilidad que aporta uno de estos terminales llega a sonrojar a los ordenadores portátiles. Y desde luego, la autonomía no ayuda a éstos elevar la cabeza sobre los tablets. En algunos casos, y midiendo condiciones de uso muy concretas —como usarlo únicamente en navegación web sobre Wi-Fi—, podríamos soportar una duración constante de hasta diez horas según índices oficiales. Tal es el caso de los iPad.
El Samsung Galaxy Tab 10,1 dice soportar entre nueve y 72 horas, en función de si reproducimos de forma contínua vídeo o música, respectivamente. El potente Asus Eee Pad Transformer, por su parte, nos puede aguantar entre 9,5 y catorce horas, en función de su usamos o no la base dock que añader un teclado físico al conjunto. Así, advierte cuánto es capaz de soportar la autonomía de los dispositivos que tengas en mente entre las elecciones posibles para hacerte con una tableta, ya que a la larga puede suponer una importante diferencia en función del modelo que finalmente selecciones.